viernes, febrero 24, 2006

Reflexiones sobre el vendedoribus


Mis más cordiales saludos amigos, qué falta me hicieron. Los próximos posts van a ser sobre el aburrido tema. Que valga el libre albedrío (esto dirigido especialmente al lector anónimo, no me amargués la vida comparándome), no me ofendo si me abandonan mientras hago auto-terapia. Al fin y al cabo es para terapia que está esta vaina.

Quiero comenzar por decirles que odio los negocios, odio los viajes de negocios, odio los hombres de negocios. Tengo razones que van desde las personales (mi ex fue uno de esos y se escudó en su profesión para hacer el mínimo esfuerzo posible por la relación) a las prácticas (estoy plenamente convencida de que los viajes de negocios son innecesarios). Habiendo dicho eso, por alguna razón kármica, soy yo la elegida para representar a la empresa familiar en estas actividades.

Creo que la persona de negocios, a quien me he tomado la libertad de bautizar el vendedoribus asquerosis, es el nuevo conquistador. Llegan a lo que consideran una tierra incivilizada y se acuestan con las nativas a cambio de unos dolarcitos, o se dedican a auscultar bailarinas desnudas, creyéndose mejor que un ebrio cualquiera de cantina por ocultarse detrás de sus trajes de negocios y bebidas exóticas, so pretexto de estar haciendo negocios. Peor aún, son una especie de Cruzados: ruedan tierras como nómadas, exprimiendo países pobres bajo pretexto de traer el mensaje de su señor: "Os traigo el mejor producto, al precio más conveniente, de mejor calidad". "Trabajad para el Señor, que él os da a cambio una buena comisión más adelante". "Es verdad, que Dios os factura en Euros, pero lo hace así por vuestra conveniencia, ya que os veréis retribuido en el futuro". Creo que ven por donde va la tónica.

En especial me desagradan los seminarios de ventas, porque son alguna especie de orgía romana. Las proyecciones irreales de la compañía (tomadas de quién sabe qué datos estadísticos y vistos desde quién sabe cuál óptica) son una especie de lucha de gladiadores creada para distraerte del hecho que has perdido mercado ante la competencia, solo para que llegue la noche y uno coma hasta bien pasada la saciedad, beba al punto del vómito y luego vaya a la disco a ver qué se liga, si es que no termina en un night club. Es algo así como darle pan y circo a uno para motivarlo a vender, como si uno fuera un mono que baila por maní.

Particularmente sensible es esta situación de los seminarios de ventas para una mujer porque somos minoría. No falta algún simpático que haga el chiste machista del cual tenemos que reírnos porque tenemos que probar que somos "team players". Quien me conoce sabe que no me considero feminista, pero la situación es verdaderamente opresiva. Para mí es como volver al colegio y ser verbalmente ultrajada por el grupito dominante del cole, con el Number One Hair y el Number One par de tenis. Es verdad que mi neurosis me hace aprticularmente sensible al tema de al sexualidad, pero no por eso deja de ser menos abusivo que le llamen a uno "guapa" en vez de por su nombre, o que lo obliguen a uno a bailar con el jefe de la compañía porque él quiere y a él le da pena pedirlo. No soy ninguna activista, socialista, solidaria con la causa del Ché, Chávez o cualquiera que comience con Ch (incluyendo al Chapulín Colorado y al Chavo del Ocho). Quien me conoce sabe que el capitalismo corre en mis venas y me gusta el dinero, y lo que se compra con él, tanto como a cualquier otro. Solo creo que en todos los actos de la vida tenemos que ser correctos. Si uno hace eso, no importa si una sea mujer, hombre, manco, ciego, que siempre se gana el respeto del cliente.

Habiendo dicho esto, como imaginan, soy posiblemente la persona de negocios más atípica y menos exitosa, pero duermo muy tranquila en la noche. No quiero venderle a mataderos, empacadoras de carne ni derivados de carnes porque me opongo a la forma en que matan a sus animales. Tengo un inventario lleno de sobrantes porque no soy capaz de pagarle a alguien para que deje perdidos mis desperdicios en algún lote baldío. Nunca prometo nada que no pueda cumplir y si lo prometí, lo cumplo aunque no sea rentable apra la empresa. Sin embargo, cuando voy a seminarios a veces me doy un poco de asco a mí misma por quedarme en hoteles miembros de una cadena y no en un hotelito modesto donde pueda ver la realidad con más claridad. O con un amigo que me enseñe su país desde adentro. A veces paso 20 minutos en la cama coqueteando con la idea de darle vuelta al novio solo porque estoy lejos y aburrida, cuando él puede ser lo mejor que me haya pasado. Por veinte minutos me convierto en una Vendedoribus Asquerosis y me pregunto si será contagioso. Será por eso que me aislo en el cuarto, esperando que baje ese deseo asqueroso de convertirme en super vendedora y hacer que los altos directivos presentes digan: "Ah, esa sí es de buen estirpe. Si la cruzamos con ese otro, de fijo nos da una cría maravillosa--¡un vendedoribus asquerosis maximus!"

martes, febrero 14, 2006

Out to lunch



Regreso el 23 de febrero

lunes, febrero 13, 2006

Dulce Nombre Directo, o lo totalmente banal

Venía con intenciones de escribir sobre el torneo de arquería ayer (finalmente acabé una racha de mala suerte de 5 meses), pero hoy ocurrió otro incidente en mi ya conocido sistema de transporte público.

Preámbulo: Vivo en San Antonio de Coronado (a mí no me da pena decirlo, vivo en Distrito 4, Patalillo--pero los pipis le dicen San Antonio--, población a julio del 2000: 14 919, 1,89 km2 de área, densidad poblacional: 7 893,60). Mi distrito no tiene nada de espectacular, a diferencia de Las Nubes o Cascajal. Con solo ver esos datos, es obvio que es un pueblo dormitorio. Además, los que conocen Coro saben que eso es más cerca de Moravia que Coronado, razón por la cual cuando los buses se dignan a parar en el popular abastecedor La Campana, ya va el bus lleno.

Hoy me levanté a las 6 a.m. para ir a yoga, pero decidí que sería mejor aprovechar mi tiempo llegando a la oficina temprano. No porque sea workaholic, sino porque salgo de viaje y quiero dejar todo listo. Así que a las 7.15 a.m. me dirigía ya a tan célebre abastecedor a tomar el bus. Pasa el acostumbrado bus lleno que no se detiene y luego, ¡chanfle! Un bus con espacio para sentarse. Acá a alguien más acucioso se le prenden todas las alarmas de emergencia, pero a mí, pasmadita, no. (En mi defensa debo indicar que tengo una severa alergia que me tiene ciega del lagrimeo). Fue así como yo, muy proper, me senté en un asiento preferencial (nadie lo necesitaba y yo sí lo cedo), saqué mi tejido y esperé que no pensaran que estaba tejiendo la cobijita del bebé.

Ya entrado el trayecto me percato de que el bus no dobla en la bomba, como acostumbra, sino que sigue hacia la Lincoln. Ahí a Pasmada finalmente le cae la peseta. ¿Cuál bus es este? Dulce Nombre Directo. A la..., diay, me bajo aquí y tomo otro bus. Noooo, para qué, dice la voz interior del relax tan poco escuchada. Andate a San José, ¿no dijiste que este año ibas a oírme más? Es un asunto kármico, algo que tiene que ver con el destino. Llegás un toque tarde, pero quién sabe que te espera. Para futuras referencias, creo que esta voz es la que los católicos llaman el diablo, ese que se sienta en el hombro izquierdo. Pero bueno, a la larga no era el diablo porque el mismísimo Jesús nos dijo en Puerto Viejo que there's always a sign. No por ser agnóstica voy a ser tan grosera como para desacreditar a Jesús.

Así fue como esta sardina en lata llegó a dar a San José casi 40 minutos después de montarse. También aprendió que "Directo" no quiere decir "más rápido", como sí pasa con Liberia Directo, Quepos Directo, etc. Dulce Nombre Directo significa que se desvía de la ruta para llegar más rápido a San José pero, como esa ruta es tan conveniente y no es cubierta por ninguna otra línea, termina siendo el camión lechero Coronado-Llorente. Después me enteré de que el dichoso bus que tomé solo pasa una vez en la mañana y una vez en la noche. Imagínense, que buen pulso el mío.

Entonces la pregunta natural sería, bueno, no importa, ¿qué pasó cuando llegó a San José? No pasó nada. Llegué, estaba desértico, crucé dos cuadras hasta la otra parada y en 15 minutos estaba en la oficina. No se abrieron las nubes y vi a la Negrita, no me encontré un billetico de 100 USD, no me topé a un ex que me dijera que desde que yo había partido su vida era una desgracia, solo para yo decirle que yo sí estaba super feliz, no descubrí el secreto de la felicidad, ni siquiera vi un puesto ambulante que vendiera mangos (con eso hubiera compensado todo).

Venía de camino meditando cuál era la lección por aprender. Recordé que el mes pasado tomé por error un bus de la Trinidad. ¿Será que Dios le está manando señales a esta sardina para que estudie teología, funde una nueva religión, lea la Biblia (en vez de libros sobre la Biblia por pura pereza), se haga católica, o peor aún, monja? Porque para mí todo tiene significado, todo es un símbolo, señal. Busco patrones en las aceras como lo hace otra gente en las nubes. Ahora me percato de que siempre que veo un bus amarillo me monto en él, aunque hay como 10 líneas de la misma compañía. Más bien estoy agradecida de no haberme equivocado más veces. Entonces la lección ahí sería no juzgar algo muy a la ligera, ser más observadora o menos prejuiciada, y, en vez de lamentarse por las veces que algo sale mal, más bien estar agradecida por todas las veces que algo salió bien sin que lo cuestione.

Podrían también querer decirme que me fije bien cuando me monto en el bus. Póngase los anteojos. Lleve más Kleenex en la cartera. No teja en el bus. Siga su primer instincto. O será que la lección era que no había lección y tengo que dejar de buscarle las cinco patas al gato (y eso en sí sería una lección, porque yo no dejo de cabilar). Sea cual fuere, 30 minutos de atraso y 190 colones, que fue lo que costó, me parece un precio razonable por tanta reflexión anodina.

viernes, febrero 10, 2006

Sardina solicita aula diferenciada en yoga

Luego de seis meses de coquetar con la idea de meterme a yoga y después de dos míseras clases, les ofrezco mis humildes reflexiones al respecto:


No soy tan flexible como creía (mi novio dice mentiras piadosas).

Si uno va a meterse en yoga, es bueno buscar un grupo de la tercera edad. Es mucho mejor para la autoestima compararse con ellas, al menos en los primeros días.

Mi... que el yoga no duele. Si le dicen eso, vaya donde el que le dijo eso y péguele un zapatazo en la cabeza. ¡A ver si no le duele eso tampoco!

El yoga abre la mente y el corazón, fomenta la tolerancia.. a punta de olores provenientes de su vecino.

Los yogis no recomiendan comer lácteos, no porque sean alimentos ácidos que aumenten el dolor, sino porque aumentan su capacidad de soltar aires en clase.

Cuando le dicen a uno que cierre los ojos y medite, creo que no era para pensar: "¿Se verá muy grande mi trasero por detrás?" También es bueno no abrir los ojos para asomarse en el espejo y verificar cómo se ve su trasero por detrás. Especialmente si tiene la cabeza entre las piernas.

Cuando uno cree que está haciendo algo bien, de fijo está haciendo algo mal. Especialmente si pensó que fue fácil.

Aunado a lo anterior, cualquier comentario que la profesora haga en general para corregir la postura en realidad está dirigido exclusivamente a uno.

Aunado a lo anterior, cuando el profesor dice "Respire", es porque usted se ve morado y parece que se va a desmayar.

Es probable que la filosofía del yoga incluya reprimirse de decirse muy a sus adentros: "Uy si claro, estire, seguro estoy aquí con las piernas dobladas y agarrándome la pantorrilla porque me gusta, profesor HP, ¿no quiere también un chiquito en lata?".

Ley de Murphy: un hombre guapo/mujer hermosa pasará JUSTO cuando uno esté en la pose menos atractiva y más vergonzosa. Por eso dicen que el yoga enseña humildad.

Si cada postura obliga a la profesora a hacer una adaptación para uno, hay que aceptar que hay una posibilidad de que yoga no es para uno. Creo que tampoco lo hace popular con los compañeros, porque ellos tienen que sostener la pose mientras a usted le explican la suya.

Trate de no pensar durante la clase en que Sting dice que el yoga le permite hacer el amor por horas y que debería convencer a su novio a llevar clases de yoga en vez de jugar Futbol 5 "por razones de meditación y paz interior".

lunes, febrero 06, 2006

Reglas de etiqueta al viajar en transporte colectivo

Primero que nada, mis cuatro gatos lectores, les pido disculpas por el constante cambio de nombres y ubicación. Con este me quedo ya, más anónima pero no así menos pública. Soy la sardina albina, me acepto como tal... because I'm good enough, smart enough, and doggone it, people like me.

Puesto que mis nalgas no posan un vehículo cotidianamente desde hace aproximadamente tres meses y no parecen acercarse a ninguna tapicería en los próximos meses, así sea un módico Toyota Tercel 93, pongo pluma en papel (o dedos en teclado) para esbozar lo que yo creo deberían ser las reglas de cortesía y etiqueta imperativas al movilizarse en transporte colectivo (tratado antes por humo y crisalida de mariposa):

a. Cuando usted ingresa al bus, pase de una vez al fondo. Piénselo bien, los puntos estratégicos del bus son las salidas, así que en el medio no hace nada y en caso de un accidente, es el mejor lugar para estar. Le va a costar más bajarse y de por sí no va a agarrar campo para sentarse. Si insiste en quedarse en el centro, pues deje al que está a la par pasar hasta el final. Lo cortés no quita lo valiente, dice mi amigo Mau.

b. Presumo que cuando usted salió de la casa sabía que iba a tomar el bus, ¿verdad? No fue que iba a caminar hasta San José y de repente se topó el bus y decidió tomarlo. Entonces, ¿qué es eso de "ya le pago", para luego tener que devolverse en aquella multitud a pagarle al chofer? Pensó que se iba a ahorrar el pase y el cchofer no se iba a dar cuenta. Sea prático y especialmente firme y correcto en la vida. Si quiere ser aún más práctico, tenga moneditas en la casa apartadas para el bus. Acepto que esto es mi neurosis hablando, pero los choferes me aman.

c. Ceda el campo a los que lo necesitan. No vale ninguna excusa y no debería esperar a que alguien se lo recuerde.

d. Sé que los choferes son desconsiderados y por eso nos vemos en la obligación de agarrarnos a todo lo que encontremos como el proverbial mono en un ventolero. Sin embargo, si hay más o menos 8 tubos verticales y 12 tubos horizontales (que forman el respladar del asiento), pero más de 20 personas haciendo filas en cada lado, es obvio que usted no puede tomar una barra de cada tipo Y además abrir las piernas más de 20 cm. Lo razonable es una combinación de las arriba mencionadas:

-piernas abiertas 35 cm, brazo en el tubo horizontal (esta es mi favorita)
-tubo horizontal, tubo vertical, piernas cerradas a no más de 20 cm
-piernas abiertas 35 cm, tubo vertical

e. Si trae un maletín, no lo coloque detrás suyo. Primero que nada, chapa, porque así le pueden robar algo, y segundo, porque si bien a usted no le estorba, al de atrás lo obliga a ponerle partes del cuerpo que uno espera dos meses antes de enseñarle al novio (a menos que uno sea gringa, aparentemente) a un perfecto extraño.

f. Topar nalgas con la persona que está haciendo doble fila no es menos íntimo que ponerle lo que usted duró dos meses en enseñarle al novio. Solo porque usted no lo esté viendo no lo hace menos íntimo. Dicho sea de paso, hacer el amor con las luces prendidas es una práctica generalmente aceptada. Si usted en verdad quiere evitar tocar a otros (como es el caso de esta pobre enferma mental), lo correcto sería acomodar las posaderas de esta manera:

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g. El uso de desodorante, contrario a lo que le enseñó su mamá, no es para que usted huela bien. Es para que los otros no le huelan sus toxinas descompuestas. Por lo tanto, no es facultativo. Si suele salir sin desodorante, lleve uno en su cartera o maletín. No sea agarrado, tener dos desodorantes no desfinanció a nadie.

h. Por el amor de todo lo que es bueno y digno en el mundo, quítele el sonido a los mensajes recibidos por celular. Y si va a hablar por teléfono, hágalo discretamente. A nadie le interesa saber que Stefanie quedó panzona del vecino casado. Ojalá pudiera ponerlo en modalidad de sielncio, pero yo sé que es mucho pedirle que se abstenga de deleitarnos con su tono característico de Nokia, Motorola o Sony Ericsson.

i. Si lleva a un chiquito mayor de 3 en el bus, páguele el pasaje y enséñele que es un individuo, y no una extensión de su madre, al darle su propio asiento. Déjelo que se siente en otra fila, foméntele la independencia. Ya pasará años en la escuela aprendiendo a ser súbdito de reglas idiotas y sin sentido.

j. Si su hijo va gritando a todo galillo, no lo amenace con pegarle cuando llegue a la casa, ni de decirle a papi, ni que qué vergüenza con la muchacha de atrás (generalmente yours truly). O le pega ahí mismo (de por sí ya se echó encima a la gente que no cree en la agresión física) o lo deja de amenazar con cosas que no piensa cumplir. El chiquito no es tonto. Si no sabe ya que usted es pura paja, no va a durar mucho en darse cuenta. Sí agradecemos que intente sosegarlo de una manera pacífica y gentil. Las mamás de antes usaban el pellizco, muy subutilizada hoy y con efectos no tan graves como la agresión física pero suficientes para que se entienda quién manda.

k. Si va a leer el periódico del vecino, hágalo de manera poco obvia. No hay que desmotivar el hábito de la lectura, aunque sea del Diario Extra. Eso incluye señalar algo en una hoja o pedirle que no pase la página porque usted no ha terminado, así como comentar "No puede ser, que se haya muerto fulanito...".

l. Cuando se vaya a bajar, no toque el timbre si ya alguien lo tocó para esa misma parada. Piense en el pobre chofer, debe llegar a la casa oyendo campanas. Si lo que le preocupa es que no pare, ¿usted cree que si le toca el timbre más de una vez eso le ayuda a su causa?

m. Último, pero no menos importante, cuando se suba, dele los buenos días al chofer. Así sondea en qué humor anda y de ahí depende si busca un campo donde sufre menos en caso de un choque. Cuando se baje, dele las gracias. Yo sé que es un servicio pagado, que lo hacen de mal modo, pero llegó sano y seguro, así que imagínese que completa la frase con "Gracias.. a Dios llegué vivo, ¡no puedo creerlo!"

Mientras no pueda yo costearme un vehículo, estas son las reglas bajo las cuales vivo. (Se reciben donaciones a nombre de Asociación Anti Lata de Sardinas). Hasta entonces, no me queda más que soñar con las reglas que tendré para los pasajeros en mi carro...

miércoles, febrero 01, 2006

Mi reino por una bicicleta

Hoy camino a la oficina pasé por una casa de empeño. Ahí, colgada en todo su esplendor rojo con calcomanía de Saprissa en la tapa de la cadena, estaba una bicicleta de niño. Inmediatamente comencé a pensar en todos los escenarios posibles de cómo llegó esa bicicleta ahí (compulsión neurótica).

Lo más obvio sería pensar que algún nuevo adolescente sin hermanos prefirió tener efectivo para comprar juegos quemados de Playstation que una bicicleta. De por sí está pasado de moda eso de salir a jugar a la calle, eso es para pobres. Yo que fui niña inmadura (todavía lo soy, no puedo esperar a que salga el album del Mundial) nunca pasé por eso. Mi mamá tuvo que botar mis Kickers en 8º, porque yo me rehusaba a usar otros zapatos.

Pero, ¿qué si no la había dado voluntariamente? Qué tal si algún padre ebrio se la había quitado para venderla? Pobrecito, levantarse en la mañana, ojalá de sábado, y no encontrar su bici. Y más ahora que es vacaciones, a la larga lo estaban esperando en la plaza los del barrio. Podrá no imaginarse que fue su señor padre, pero a los años, cuando se entere de la verdad (y siempre nos alcanza), tenga la edad que tenga, tendrá que revivir la amarga experiencia de nuevo.

Luego, pensando en mi sobrino, parte del creciente clan de aplazados colegiales, me imaginé una mamá iracunda diciéndole: "Vea que si no pasa el año, ¡vendo esa bicicleta! Ya me oyó, no crea que no lo voy a hacer, porque lo hago." Y se fue en todas el mocoso, creyendo que la mamá se iba a quedar en la amenaza. Bueno, por lo menos así le pone lindo este año y, como diría mi abuelo, quién quita un quite bien quitado, a la larga pasa de año y en la ceremonia de graduación le agradece a su mamá haber tenido el tesón para quitarle su objeto más preciado en son de protesta. Pero no, lo más probable es que le quitara el Playstation, y probablemente no lo haría porque ¿qué dirían los vecinos si es el único chiquito en el barrio sin Play?

Curiosamente, ahora que lo medito, lo más obvio sería pensar que esa bicicleta era robada (ojalá hurtada, para que no haya violencia sobre el objeto o sobre la persona), porque estamos en el paraíso de los ladrones y topadores. El que no me crea, que vaya a Cartago, alias Provence, como dice humo, por la línea del tren. No se extrañen si ahí se topan con el iPod, celular, tele, tenis, radio, carátula de radio, compu que les robaron la semana pasada. Y vergüenza les debería dar si están pensando en comprarlo de vuelta. Al menos de todas las otras posibilidades, es la menos dolorosa. A final de cuentas, no fue un familiar quien la tomó y en eso de robos ya uno ni se lo toma a pecho. No falta más que una disculpa del ladrón diciéndole a uno "Vea, no se lo tome personalmente, a mí se me metieron la semana pasada". No digo que esté bien, pero así es.

Sea cual fuere la forma de llegada de la dichosa (o desdichada) bicicleta, no deja de estar ahí colgado el sueño de alguien. Es una especie de rito de iniciación. Creo que eso fue lo chocante. Saber que ahí se amargó alguien, que sin duda algún día terminará en un diván confesándole al psicólogo que el día que perdió esa bicicleta perdió la inocencia.

Luego me entra la duda de por qué no pensé en lo feliz que hará a otro niño y dejarlo ahí.