jueves, octubre 26, 2006

It's a couch!

Ayer 26 de octubre llegó Sofá Albino (bueno, en realidad es sofá café-rojizo). Luego de una falsa alarma y tan solo 2 horas de parto (y casi tres semanas de atraso) dio sus primeros sonidos de reasgadura de tela por ahí de las 12.30 p.m. (en serio fue una parida, hubo que desmontar la puerta y los marcos para que pasara--equivalente a una cesárea la vaina).

Como el nacimiento fue algo traumático quedó ligeramente dañado, pero espero que no queden secuelas. Zilla, como hermana mayor celosa que es, ya lo ha aruñado y olfateado un poco. Esperamos que, en cuanto descubra lo calientito y cómodo que es, lo acoja al seno familiar y no haya que invertir en terapia.

El bautizo sigue sin fecha definida porque parece que siempre falta alguien. Bueno, si no hay bautizo es secundario, lo que sí importa es que fue muy deseado y que viene a llenar la casa de felicidad.

Como fue más anunciado que el bebé de Angelina y Brad, no pongo foto para prevenir posibles secuestradores (couchnappers). Además, la verdad es que no es tan bonito y ¿qué nueva madre quiere oír que su niño no es perfecto? Es como dejar la foto que venía con el retrato :P

martes, octubre 17, 2006

Y tu, ¿qué sabes de Bogotá?

Foto de su servidora (nótese por la serie de imprecisiones técnicas). Derechos reservados.

Generalidades que podrían encontrar en otro lado pero que incluyo por si les da pereza buscarlo:

Habitantes:7,321,831
Clima:MCDF (me c**o del frío), estimo que como 12ºC
Extensión:1,732 km2
Elevación:2,640 MSNM (ese sí existe)

Nos quedamos en un hotel tipo bed and breakfast muy acogedor. Sin duda tiene sus defectos hospedarse en una casa vieja (presión de agua variable, poder oír a los vecinos sonándose la nariz en el cuarto de la par...), pero yo lo encontré realmente agradable. Nos tocó el cuarto esquinero, casi 100% ventana, así que había luz natural por el montón y tenía también molduras muy coquetas, papel tapiz... No decoraría nunca así mi casa, pero tenía un aire de cuarto victoriano que me encantó.

Viendo los datos que les doy arriba, lo primero que uno piensa es ¿cómo llegan de un lado al otro millones de personas? Ah, el Transmilenio... Me da ganas de babear. Imagínense un bus con uno o dos carriles propios que llega de lado a lado de la ciudad, con troncales en ciertas paradas para cubrir otras áreas. Es una especie de metro sobre tierra. Lleva dos años en operación, así que turistas babosos observando un mapa y rascándose la cabeza pasan desapercibidos. Si el Transmilenio no basta, hay buses que paran donde uno les pida y taxis muy económicos. Como si faltara, hay ciclovías demarcadas por la ciudad, así que podría uno andar en bici si quisiera (no quiero). Sin embargo, el medio más utilizado por su servidora fue el más antiguo: trole.

Bogotá es curiosa porque comenzo de arriba a abajo: la calle y carrera cero está en Plaza Bolívar, más cerca del cerro que del valle, y de ahí va para abajo. No sé por qué (si alguien sabe, me encantaría averiguar). Y a trole anduvimos por toda la Candelaria, uno de los barrios coloniales mejor conservados en toda Latinoamérica. Plaza de Bolívar (donde pasa la gente en trajes enteros caminando despacito, es una ciudad lenta), La Catedral, Museo Botero, Museo de Oro (donde me obsesioné con una pieza a la que nunca logré tomarle una foto sin flash que le hiciera justicia), y así llegamos hasta la Sétima, donde nos devolvimos, solo para localizar a un amigo artista que nos llevó de vuelta a La Candelaria y a su estudio. Sí, tenía estudio, como uno se lo imagina de los artistas, la parte de abajo de su apartamento es pura pintura, cuadros, y él orgulloso nos mostraba sus obras, nos contaba cómo llegó al concepto, dónde expuso cada pieza, parte de cuál serie era...

El Transmilenio sin duda es maravilloso, pero aún faltan troncales. Caminamos 15 minutos para llegar a la más cercana, cambiamos de bus y luego nos bajamos en Las Aguas unos 40 minutos después para subir a pie otros diez minutos hasta la Quinta de Bolívar. Sinceramente no pensábamos entrar a la Quinta pero el guarda no nos dejó terminar cuando le preguntábamos si ahí se tomaba el teleférico y dijo "sí, sí aquí es". Asi que entramos a la casa que Bolívar más habitó durante su vida adulta, junto con Manuelita. Ahí mismo lo trataron de asesinar pero se dio a la fuga, de nuevo, gracias a Manuelita. Conclusión: detrás de todo gran hombre (de 1.60 M de altura) hay una gran mujer. Luego conocimos al poderoso Mateo, una linda llama (perdón, un lindo llamo) que por 2000 pesos se deja fotografiar. No es mi primer llama, pero de fijo es la primera tan civilizada. Luego Monserrate (una vez que dimos con la entrada), subida en funicular y bajada en teleférico, con una pasada de quince minutos por la Capilla y el Via Crucis. Pasamos nuestro propio via crucis de tres horas tratando de conseguir un SIM prepago para ser localizables por los múltipes amigos bogotanos que tenemos (tres). Luego de una foto y dos impresiones digitales en mi contrato con Comcel, pasando por una foto en Foto Japón con un Maneki Neko, finalmente tenía el tan ansiado celular innecesario. No me quejo, en Costa Rica solo alquilando en el aeropuerto puede un turista tener uno.

Buscamos el famoso Ciclo de cine coreano pero nunca nos pudieron decir dónde estaban ubicados los cines que lo mostraban, así que nos conformamos con "Soñar no cuesta nada". Como sé más o menos lo mismo que sabe un cerdo de cine, me evito el cineforo, pero la película me agradó y me pareció propia de la visita. Apoyemos el cine colombiano.

Visita obligatoria (porque los ticos somos comprones compulsivos) es San Andresito, donde uno encuentra cualquier cosa de contrabando. En mi caso fue ropa para vender, pero podría haber sido cualquier otra cosa. Único lugar parecido que he conocido es La Paz, Bolivia, donde había cámaras de foto con complejos lentes por 100 USD (pobre gringo baboso al que se la robaron). Por dicha nos llevó una localeña, porque aquello es un mar de gente y complicadas entradas y salidas de centros comerciales donde uno se prueba ropa en una esquina, protegido únicamente por una cortinilla. Por suerte a mí no me mandaron púdica a este mundo. Ahí se acabó el efectivo (solo a soplas Sardina se le ocurre que una zona de contrabando va a aceptar tarjeta de crédito) y de ahí viví patrocinada por Visa, con el aporte de los otros ticos que, conociendo mi poco talento para la danza, la poesía o la canción, no me pidieron nada a cambio de las limosnas.

El día siete me pega de repente que se acabó la vacación y que yo no vivo ahí, pero quisiera. Me da la sofoquina, pienso en todos los lugares que aún no he visto y cómo hacerlo todo (imposible, sí, pero no por eso deja uno de intentarlo). La gente es muy amable, cortés (y perdonen los que se ofendan, pero los ticos no tenemos modales y si sonreímos al servir es por puro interés), el clima tal vez muy frío, pero al menos es una excusa para vestirse con jackets hermosas, panties gruesas, bufanda y guantes. Es una ciudad accesible, aunque uno desde Monserrate no pueda ver el fin de ella. Es una ciudad lenta, como si los transeúntes en verdad disfrutaran de la compañía, del lugar, simplemente de estar ahí en ese momento.

Patrocina:
Y tú, ¿qué sabes de Bogotá?
Vaya a la fija, vaya a Panamericana
Transmilenio: Orgullo capital
Comcel: Comunicación superior
¿Te apetece una colombiana?
Corferias

viernes, octubre 06, 2006

Sardina de vacaciones