miércoles, febrero 01, 2006

Mi reino por una bicicleta

Hoy camino a la oficina pasé por una casa de empeño. Ahí, colgada en todo su esplendor rojo con calcomanía de Saprissa en la tapa de la cadena, estaba una bicicleta de niño. Inmediatamente comencé a pensar en todos los escenarios posibles de cómo llegó esa bicicleta ahí (compulsión neurótica).

Lo más obvio sería pensar que algún nuevo adolescente sin hermanos prefirió tener efectivo para comprar juegos quemados de Playstation que una bicicleta. De por sí está pasado de moda eso de salir a jugar a la calle, eso es para pobres. Yo que fui niña inmadura (todavía lo soy, no puedo esperar a que salga el album del Mundial) nunca pasé por eso. Mi mamá tuvo que botar mis Kickers en 8º, porque yo me rehusaba a usar otros zapatos.

Pero, ¿qué si no la había dado voluntariamente? Qué tal si algún padre ebrio se la había quitado para venderla? Pobrecito, levantarse en la mañana, ojalá de sábado, y no encontrar su bici. Y más ahora que es vacaciones, a la larga lo estaban esperando en la plaza los del barrio. Podrá no imaginarse que fue su señor padre, pero a los años, cuando se entere de la verdad (y siempre nos alcanza), tenga la edad que tenga, tendrá que revivir la amarga experiencia de nuevo.

Luego, pensando en mi sobrino, parte del creciente clan de aplazados colegiales, me imaginé una mamá iracunda diciéndole: "Vea que si no pasa el año, ¡vendo esa bicicleta! Ya me oyó, no crea que no lo voy a hacer, porque lo hago." Y se fue en todas el mocoso, creyendo que la mamá se iba a quedar en la amenaza. Bueno, por lo menos así le pone lindo este año y, como diría mi abuelo, quién quita un quite bien quitado, a la larga pasa de año y en la ceremonia de graduación le agradece a su mamá haber tenido el tesón para quitarle su objeto más preciado en son de protesta. Pero no, lo más probable es que le quitara el Playstation, y probablemente no lo haría porque ¿qué dirían los vecinos si es el único chiquito en el barrio sin Play?

Curiosamente, ahora que lo medito, lo más obvio sería pensar que esa bicicleta era robada (ojalá hurtada, para que no haya violencia sobre el objeto o sobre la persona), porque estamos en el paraíso de los ladrones y topadores. El que no me crea, que vaya a Cartago, alias Provence, como dice humo, por la línea del tren. No se extrañen si ahí se topan con el iPod, celular, tele, tenis, radio, carátula de radio, compu que les robaron la semana pasada. Y vergüenza les debería dar si están pensando en comprarlo de vuelta. Al menos de todas las otras posibilidades, es la menos dolorosa. A final de cuentas, no fue un familiar quien la tomó y en eso de robos ya uno ni se lo toma a pecho. No falta más que una disculpa del ladrón diciéndole a uno "Vea, no se lo tome personalmente, a mí se me metieron la semana pasada". No digo que esté bien, pero así es.

Sea cual fuere la forma de llegada de la dichosa (o desdichada) bicicleta, no deja de estar ahí colgado el sueño de alguien. Es una especie de rito de iniciación. Creo que eso fue lo chocante. Saber que ahí se amargó alguien, que sin duda algún día terminará en un diván confesándole al psicólogo que el día que perdió esa bicicleta perdió la inocencia.

Luego me entra la duda de por qué no pensé en lo feliz que hará a otro niño y dejarlo ahí.

8 comments:

At 9:51 a. m., Blogger Jules said...

o pensar que tal vez fue de un niño que murió, y sus padres, dolidos y todavía pasando el duelo, tuvieron que empeñar la bicicleta, junto con los demás bienes personales, para poder pagar el entierro, porque, qué niño de 10 años tiene seguro de vida y muerte?

Yo opino que tal vez fue una bici de regalo. El niño era un cochino engreído que quería otra mejor, así que llegó a pedirle al padrino, quien le compró una bicicleta de carreras, de las que sí sirven, con muchas velocidades. Entonces la antigua, pa juera.

 
At 9:59 a. m., Blogger Sardina albina said...

Caray, siguen las posibilidades. ¿Vos creés que sea muy enfermo ir a preguntar a la tienda si saben en qué condiciones se empeñó? Me está comiendo. A la larga como Freud decía, es más importante el relato que los hechos.

Por cierto, felicidades por tus metas cumplidas =) Luego te posteo dignamente pero no quería dejarlo pasar.

 
At 11:37 a. m., Blogger Lachi said...

Esto me hizo recordar una anécdota tragicómica de un amigo, a quien para efectos cibernéticos llamaré Orange.
1. Orange "was born in Hatillo 6" y a los 8 años aún no tenía bicicleta.
2. Después de meses de rogarle a su mamá que le comprara una, finalmente para su cumpleaños, ella lo llevó al ciclo de Don Melquíades.
3. Media hora después de regateos, finalmente Orange tenía su primera cleta.
4. Orange sale con esa felicidad que solo se experimenta después de estrenar una bici y le da la primera vuelta a la alameda.
5. Orange es interceptado por un vecino, casualmente el dueño de esa bicicleta, y a quien esta le fue robada hacía 15 días.
6. Don Melquíades sufre un repentino ataque de amnesia.

Esta historia Orange la contó un día, cuando a sus 30 y pico y después de enjaranarse con un préstamo en el brete nos enseñaba el chuzo de bicicleta que se acababa de comprar.

 
At 12:49 p. m., Blogger Sardina albina said...

¿Cómo se le ocurre a Naranjamamá confiar en un hombre que se llama Melquiades? :D

¿O será que huyó hacia la dereeeechaaaa?

 
At 4:31 p. m., Blogger Humo en tus ojos said...

Shaisse! Es ist zu klein... diese Land! Ich kennelerne l'Orange.

 
At 5:03 p. m., Blogger Sardina albina said...

"Dagegen ist kein Kraut gewachsen", sagt ein deutscher Spruch.

 
At 3:26 p. m., Blogger Ana said...

Mis cosas robadas no creo encontrarlas en la Provence, me las robaron en Puntarenas, pero valdría la pena intentar.
Las posibilidades son varias para la historia de la bicicleta, y yo iría a preguntar ;)

 
At 11:21 a. m., Blogger Lachi said...

Sólo para contarte el éxito de los tapones. Mi salud mental concentrada en dos pedacitos de esponja, quién lo diría.

Muchas gracias.

 

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