Reflexiones sobre el vendedoribus
Mis más cordiales saludos amigos, qué falta me hicieron. Los próximos posts van a ser sobre el aburrido tema. Que valga el libre albedrío (esto dirigido especialmente al lector anónimo, no me amargués la vida comparándome), no me ofendo si me abandonan mientras hago auto-terapia. Al fin y al cabo es para terapia que está esta vaina.
Quiero comenzar por decirles que odio los negocios, odio los viajes de negocios, odio los hombres de negocios. Tengo razones que van desde las personales (mi ex fue uno de esos y se escudó en su profesión para hacer el mínimo esfuerzo posible por la relación) a las prácticas (estoy plenamente convencida de que los viajes de negocios son innecesarios). Habiendo dicho eso, por alguna razón kármica, soy yo la elegida para representar a la empresa familiar en estas actividades.
Creo que la persona de negocios, a quien me he tomado la libertad de bautizar el vendedoribus asquerosis, es el nuevo conquistador. Llegan a lo que consideran una tierra incivilizada y se acuestan con las nativas a cambio de unos dolarcitos, o se dedican a auscultar bailarinas desnudas, creyéndose mejor que un ebrio cualquiera de cantina por ocultarse detrás de sus trajes de negocios y bebidas exóticas, so pretexto de estar haciendo negocios. Peor aún, son una especie de Cruzados: ruedan tierras como nómadas, exprimiendo países pobres bajo pretexto de traer el mensaje de su señor: "Os traigo el mejor producto, al precio más conveniente, de mejor calidad". "Trabajad para el Señor, que él os da a cambio una buena comisión más adelante". "Es verdad, que Dios os factura en Euros, pero lo hace así por vuestra conveniencia, ya que os veréis retribuido en el futuro". Creo que ven por donde va la tónica.
En especial me desagradan los seminarios de ventas, porque son alguna especie de orgía romana. Las proyecciones irreales de la compañía (tomadas de quién sabe qué datos estadísticos y vistos desde quién sabe cuál óptica) son una especie de lucha de gladiadores creada para distraerte del hecho que has perdido mercado ante la competencia, solo para que llegue la noche y uno coma hasta bien pasada la saciedad, beba al punto del vómito y luego vaya a la disco a ver qué se liga, si es que no termina en un night club. Es algo así como darle pan y circo a uno para motivarlo a vender, como si uno fuera un mono que baila por maní.
Particularmente sensible es esta situación de los seminarios de ventas para una mujer porque somos minoría. No falta algún simpático que haga el chiste machista del cual tenemos que reírnos porque tenemos que probar que somos "team players". Quien me conoce sabe que no me considero feminista, pero la situación es verdaderamente opresiva. Para mí es como volver al colegio y ser verbalmente ultrajada por el grupito dominante del cole, con el Number One Hair y el Number One par de tenis. Es verdad que mi neurosis me hace aprticularmente sensible al tema de al sexualidad, pero no por eso deja de ser menos abusivo que le llamen a uno "guapa" en vez de por su nombre, o que lo obliguen a uno a bailar con el jefe de la compañía porque él quiere y a él le da pena pedirlo. No soy ninguna activista, socialista, solidaria con la causa del Ché, Chávez o cualquiera que comience con Ch (incluyendo al Chapulín Colorado y al Chavo del Ocho). Quien me conoce sabe que el capitalismo corre en mis venas y me gusta el dinero, y lo que se compra con él, tanto como a cualquier otro. Solo creo que en todos los actos de la vida tenemos que ser correctos. Si uno hace eso, no importa si una sea mujer, hombre, manco, ciego, que siempre se gana el respeto del cliente.
Habiendo dicho esto, como imaginan, soy posiblemente la persona de negocios más atípica y menos exitosa, pero duermo muy tranquila en la noche. No quiero venderle a mataderos, empacadoras de carne ni derivados de carnes porque me opongo a la forma en que matan a sus animales. Tengo un inventario lleno de sobrantes porque no soy capaz de pagarle a alguien para que deje perdidos mis desperdicios en algún lote baldío. Nunca prometo nada que no pueda cumplir y si lo prometí, lo cumplo aunque no sea rentable apra la empresa. Sin embargo, cuando voy a seminarios a veces me doy un poco de asco a mí misma por quedarme en hoteles miembros de una cadena y no en un hotelito modesto donde pueda ver la realidad con más claridad. O con un amigo que me enseñe su país desde adentro. A veces paso 20 minutos en la cama coqueteando con la idea de darle vuelta al novio solo porque estoy lejos y aburrida, cuando él puede ser lo mejor que me haya pasado. Por veinte minutos me convierto en una Vendedoribus Asquerosis y me pregunto si será contagioso. Será por eso que me aislo en el cuarto, esperando que baje ese deseo asqueroso de convertirme en super vendedora y hacer que los altos directivos presentes digan: "Ah, esa sí es de buen estirpe. Si la cruzamos con ese otro, de fijo nos da una cría maravillosa--¡un vendedoribus asquerosis maximus!"