Bruno's, o donde no comer nunca
Lugar: Cualquier mall o centro comercial, donde obviamente no cunda el buen gusto (ni para qué se mete esta sardina a buscarlo, digo yo?).
La Sardine Albine, crítica de bar y restaurant número 3. El caso particular de esta narración es el Bruno's de Multiplaza del Este.
Como esta Sardina no come carne, prácticamente lo único que podía comer era un sandwich de queso, que, por 1,275 Colones trae exactamente esto: Queso amarillo en un tercio de pan baguette (no español, como ellos pusieron) con salsa especial Bruno's (que es, para los poco entendidos, salsa Lizano). No trae papas fritas, no trae tomate, ni lechuga, ni nada que pudiera rellenarlo de cualquier manera. Agréguele un fresco cualquiera y son 2,000.
Es verdad que soy internacionalmente conocida por mi codez, la cual he podido probar a saciedad es hereditaria del lado de mi mamá, así como todas las otras enfermedades furris. Sin embargo, ¿cuánto cuesta una rodaja de tomate y una hoja de lechuga para un restaurant? Podemos olvidar las papas, pero ¿los colorcitos en un sánguche? Inmediatamente hago memoria del falafel de hace un mes, a la módica suma de 800 pesos y que estaba hecho con tanto amor. Suspiro, oh, falafel.
Como además de agarrada me hicieron quejumbrosa (soy un partidazo), cuando fui a pagar le dije al gerente que me disculpara, pero no me había gustado ese sánguche. Le señalé, como defiendo a la fecha, que si yo me hiciera un sánguche en la casa, de fijo le pondría algo más. Si yo no acostumbrara comer tomate y lechuga en mi sánguche, lo más probable es que le indicara que no le pusiera, pero cualquier tico espera que su sánguche tenga colorcito. De hecho, ese sánguche me recuerda a los que le daba cuando chiquilla a la gente que me tocaba la puerta en la casa de mis papás y pedían plata porque tenían hambre. Muy avergonzada les decía que lo más que podía darles era un sánguche de solo mantequilla y queso porque no había vegetales, era viernes. Las compras las hacen el sábado. Para mí, eso es un sánguche que no se le da a alguien sin antes darle una disculpa. Es un sánguche de pobre.
El gerente primero alegó que todo el mundo estaba contento con el sánguche así como estaba. Por qué, porque nadie ha reclamado, le dije. Sí, claro que no reclamaron, simplemente no volvieron, pero ¿qué tico reclama? De prueba estaban mis dos acompañantes, muy avergonzadas por mi osadía. En mi defensa solo puedo decir que, en mi trabajo, yo soy la delegada oficial de las quejas. Quejarme se ha vuelto muy fácil. Nota a mí misma, no se queje tanto.
Al final simplemente me tomó el pago y se desentendió de mí. Como acordamos mis amigas y yo más adelante, al menos esperaba la mentira de "sí, tiene razón, le voy a decir al gerente". Pero no, simplemente me dio a entender "talk to the hand".
Claro, no se debería comer en Bruno's. Eso ya lo sabía. Hice la excepción porque alguien quería helados y hay que admitir que sus helados son buenos. Sin emabrgo, juro nunca volver a Bruno's. Nunca.