viernes, septiembre 29, 2006

De Tamagotchis y piedras

Estuve a punto de escribir algo en serio. Cáchale, qué me pasó. Qué difícil es apegarse a sus principios.

Así que paso al tema candente del día de hoy: los tamagochis. Tama-GO-tchi, no, tama-GU-tchi, como les andan diciendo. Busqué en wikipedia la razón de la t, porque creo que en japonés no hay "tchi", y me informa que es un anglicismo para hacer un juego de palabras con watchi, de "watch".

Jeremy, mi vecino de abajo, me informó esta mañana que era padre. Yo le pregunté si a los 8 años no era un poco jovencito para reproducirse (he ahí el deséxito mío con los niños, no sé hablarles de otra manera que como adultos). Acto seguido sacó de su bolsa el dichoso objeto digital. Procedió entonces a informarme que se le había muerto una vez, pero que hoy cumplía tres años. -"¿Pero si se murió cómo puede cumplir 3 años?" preguntó la decrépita sardina que no entiende de estos menesteres. Nunca me respondió (hasta los niños saben cuándo es apto ignorarme). Me enseñó cómo juega, cómo estudia (porque a esa edad va a la escuela), y otras aburridas tareas cotidianas que no imagino por qué serían lo suficientemente emocionantes como para plasmar en un juego. Digo, sería más ameno que volara, que tirara rayos por el trasero, que atacara alienígenas, en fin... Entonces le pregunté si no tenía problemas en la escuela, en vista de que estos bichitos reclaman atención 24/7 y no podés pasarla por alto. -Ah, bueno, se lo dejo a mi mamá o a mi papá y ellos me lo cuidan. Bonita cosa, vos los tenés y te los tiene que cuidar tu mamá o papá. Hmmm, me suena conocido. Al menos tengo suerte de no haber sido invitada a un té de canastilla para un pinche chunche de esos. Como dice Raiha, para financiarles el estilo de vida.

Acá hago un paréntesis para alabar a Jeremy. Este niño es algo especial, en el mejor de los sentidos. En estas épocas, él me ayuda con las bolsas, me ayuda a buscar a la gata y tenemos conversaciones a veces más profundas que las que tengo con mis amigos (por ejemplo, como él cuenta con dos madres: Silvia y la Virgen María). Además, es más joven que todos los otros niños, pero él dice qué se juega, dónde, y cuando él está presente, los otros chiquillos, que por lo demás son una manada de pachucos, saludan cortésmente. Jeremy me impresiona con su sabiduría y don natural de mando. Líder innato. Además quedó eternamente grabado en mi memoria como el niño que me tocó la puerta cuando me estaba mudando para regalarme una piedra. ¿No es maravilloso que un niño le regale a uno una piedra que no venga lanzada hacia la ventana? Casi lo encuentro una ofrenda de paz. Si los israelíes y palestinos, iraquíes y gringos, ________ vs. _______ (agregue aquí otros conflictos bélicos que reciben menos cobertura de los noticiarios porque no tienen plata ni recursos que a alguien le interesen) se dieran más piedras, en vez de lanzárselas, habría más paz en el mundo. AAAAllllll we are saaaaayiiiiing, is give rocks a chaaaaaance...

Pero vuelvo al Tamagotchi. Yo nunca tuve uno porque soy de la generación Winter Games para Amiga (en blanco y negro, o más bien, verde y negro-- y si me preguntan, los Winter Games siguen siendo un chuzo considerando la época). Lo más cercano al tamaño de un Tamagotchi que tuve en mi juventud fue uno de los primeros relojes digitales y para cuando salieron los Tamagotchis, si hubiera querido algo que me ocupara 24/7, hubiera tenido un Tamagotchi rosado suavecito que hace abuelos felices. Además, no puedo ponerle atención a un videojuego por más de 10 minutos, y si el tonto de Mario no brinca y cae justo en ese block, desisto, además que me da cosa oír a Mario gritar cuando se quema el trasero por culpa mía. Si hubiera jueguitos sexuales (tipo role playing) para Nintendo DS, es muy probable que mi interés se elevara algo (pondría atención por 20 y no 10 minutos :P). Pero probablemente querría que fuera a pantalla completa, y entonces se llamaría pornografía y esa sí sé dónde hay.

¿Cuál era mi punto siguiente? Ah sí. ¿Servirá de algo el Tamagotchi para que los güilas sepan lo difícil que es tener un engendro? Al menos con un Tamagotchi se quita uno el problema de las mascotas no deseadas o de niños que torturan animales indefensos. Es más, me imagino cómo venderle la idea a un güila: "Mirá, te compro un Tamagotchi y si llega a los 10 años (que en vida virtual es unos días) adoptamos un perro/gato/tortuga/pez/conejo/cuilo/rata/pitón/cocodrilo/mangosta." Si es un padre inteligente, da una fecha de expiración inalcanzable. "Ves, Manrique, no podés tener un perro/gato/tortuga/pez/conejo/cuilo/rata/pitón/cocodrilo/mangosta porque el virtual solo te duró 30 años". Es muy probable que solo tengás que aguantar unos cinco o seis días oyendo bips, pero debe ser mejor que oír los maullidos, ladridos o chillidos de algún pobre bicho a quien le jalan las patas o el rabo, o al que insisten en meter en ropa de muñeca. No digo que todos los niños sean así, pero acéptenlo, padres, ustedes siempre dicen que su niño/a es un angelito, no les puedo creer. Y le sirve de entrenamiento futuro. Cuando menos, si llega con una panza la chica o la novia del chico, podés ahorrarte un montón de tiempo diciendo "¿Te acordás del Tamagotchi?" Ah bueno, entonces ya sabés cuál es mi participación." Sí, salvo por los bips, es realmente una buena idea.

Claro, el momento en que los niños sepan que los Tamagotchis tienen una función pedagógica, será el juego más polo y aburrido en el mercado y acabaría con la moda. Y probablemente descubrirían lo divertido que es tirar piedras a ventanas.

miércoles, septiembre 20, 2006

Mi casa es un chiquero


No es posible que uno tenga que escoger entre ver tele, estudiar turco moderno para extranjeros I o limpiar. Lavar, secar y planchar ropa (una vez al mes) no es tan complicado. Tirar ropa a lavadora con jabón, sacar ropa de lavadora, tirar a secadora, sacar de secadora, sacudir, doblar. Luego, un mes después, cuando la pila de ropa quiere caerse a un lado, planchar. Pagarle a laguien para que la limpie es impensable, ni lo sugieran. En realidad lo hago cuando no hay más tren (usualmente porque vienen visitas y me da vergüenza).

Pero cambiar de esquina en la ducha porque la usual tiene una mancha sospechosa probablemente es el colmo de yuck. Por dicha a la refri se le quitó milagrosamente un olor espantoso que tenía luego de que se fue la luz por como 8 horas (¡eso es lo que llamo una refri autolimpiante!) . Y que alguien me explique por qué, si yo casi nunca cocino, hay una capa de como 2 milimetros de grueso de grasa en toda superficie de mi cocina.

Será porque el condominio aún está en construcción (y lo estará por al menos unos dos años, a este paso) que hay un polvazal del carajo, aunque solo paso a lo sumo 10 horas en esa casa, 8 o 9 de esas dormida. A veces tengo que sacudir a la gata (quisiera estar exagerando). Además tengo una linda familia de arañas a las que no quiero desplazar, pero en verdad que hace que la casa parezca la de Los Munster.

Bueno, presentada la cuestión, analizo. La raíz del problema es que soy impráctica. Limpiar me lleva un montón porque no pienso en un método. Ejemplos abundan: llevo una palangana demasiado pequeña para lavar el baño, llego al baño con la mitad de lo que necesito, me devuelvo por el Ajax pero me faltó el cepillo, luego me doy cuenta de que aún no tengo la palangana correcta, etc. ¿Quién hubiera pensado que el DA afecta hasta para limpiar una choza? La otra bronca es que tengo que hacerlo bien hecho y es tal el grado de detalle que termina uno haciéndolo todo a medias. Así es imposible limpiar, nunca termina uno.

Sorry por el tono berrinchoso. La sofoquina viene por el inminente arribo de un nuevo miembro... ¡un sofá! Sí, un lindo sofá (que pronto estará cubierto de polvo o pelo de gato, pero bueh) color café rojizo maduro medio como vino pero más café. En realidad fue un regalo interesado de cierto elemento que duerme plácidamente sus siestas ahí, y es muy probable que mis nalgas no se posen sobre él (el sofá) sino hasta mediados de octubre. Pero bueno, de que viene, viene. No más del sofá despachador de bambú.

Así que bueno, el plan es limpiar la choza para reubicar la instalación del cable al fondo, cambiar la sala por el comedor, y una vez que esté todo en orden (o hasta que me aburra de limpiar y acomodar), sesión karaoke en la Casa Sardina.

NOTA: Si en algún momento están tentados de comprar algo de bambú, tomen en cuenta que el bambú es bueno para enseñar buena caligrafía en japonés, para mejorar su forma en arquería, pero no para hacer muebles. Uno se aburre muy rápido de ellos y en realidad no son muy cómodos. Dejen el bambú para los muebles del patio.

P.S.: Feliz cumpleaños Zilla.

lunes, septiembre 18, 2006

Cómo pasé mi 15 de setiembre

Nombre: ALBINA, Sardina
Materia: Español
Grupo: 4to-16
Escuela: Escuela Cardumen del Sur
Fecha: 18 de setiembre del 2006
Prof.: Delfina del Mar

Cómo pasé mi 15 de setiembre

El 15 de setiembre fui a ver los desfiles de Heredia. Antes mi mamá me llevaba a los de Moravia, pero como a mi amiga Camarona le cayó un vidrio en la cabeza por los pleitos del año pasado, ya no nos lleva ahí. Como mi escuela no desfiló, nos íbamos a ir a Puntarenas, pero me tuve quedar para hacer esta tarea.

Cuando llegamos había mucha gente vendiendo gelatinas, chicharrones y papitas. Nos sentamos frente a una casa pero al rato nos llegó un olor a orines de la pared, así que tuvimos que ver el resto de pie.

Las escuelas todas tenían tambores y liras y sonaba muy duro y me daban ganas de rechinar los dientes. Me gustaron mucho los abanderados, porristas, bastoneras y bailarinas. Todo el mundo tenía trajes bonitos de muchos colores. Una escuela tenía como tema "los valores costarricenses", pero "honradez" no se presentó al desfile (lo sé porque la niña andaba ese cartel en la mano). Respeto, tolerancia y amabilidad sí llegaron.

El Castella y el Claretiano tenían bandas muy grandes (con un montón de instrumentos de viento). Los del Castella también tenían una escolta que desfilaron muy parejo y también había gente en zancos. Cuando me toque ir al colegio, le voy a pedir a mi mamá que me mande al Castella para andar con zancos.

Me gustaría que mi mamá me siga llevando a otros desfiles para ver cómo celebran otras personas la Independencia.

Fin

martes, septiembre 12, 2006

Wendy's apesta

Haciendo uso del supuesto impacto de los blogs en el mercadeo, procedo a informarle, señores de Wendy's, que estoy sumamente decepcionada con su restaurant.

Hace unos 15 años probé una de sus famosas papas asadas en EEUU y desde entonces había ansiado el día que llegaran a Costa Rica. Esas papotas gringas enormes (como todo lo gringo, es el doble de lo más grande que uno imagine) me hacían babear. Mientras tanto, me conformaba con papas hechas en casa, de las que dura uno como hora y media haciendo. Claro, podría haber ido a Friday's o TGIF o algún restaurant de ese corte, pero la gracia era un restaurant de comida rapida con papas asadas.

Durante años jugaron con mis sentimientos. "Wendy por apertura requiere de personal" debe haber figurado entre los anuncios de empleo por años, sin que se materializara en un restaurant. Escuché rumores de que no podían abrir porque una señora en Pérez Zeledón había registrado "Wendy's" como el nombre de su soda y pedía una millonada. Mientras tanto, aprendí a hacer papas asadas en menos tiempo, haciéndola primero al microondas y rematándola en el horno. De una hora y media, pasé a media hora. ¡Progreso!

Mi corazón dio un pequeño salto al ver un anuncio de plana completa (y a la derecha, ni más ni menos) en La Nación, donde, en un derroche de color, casi con trompetas y banderines, pregonaban la tan ansiada apertura. Me pellizqué, cerré los ojos, volví a abrirlos y el anuncio aún estaba ahí. Así que Mr. Popov y yo nos arrollamos las mangas, enfrentamos el típico molote de Avenida Central de sábado en la tarde, para hacer fila (lo que está en contra de mis principios, pero bueno, como dijo Groucho Marx, tengo otros) para obtener una de las muy codiciadas papas. Eramos unas cuarenta personas quejumbrosas en cola, tontos que desperidiciamos una hora de la tarde de sábado.

Lentamente veíamos la meta: cuatro cajas pero, oh, ninguna zona de entrega. Será que le dan a uno la comida de una vez, dije yo. ¡Eso es servicio! Finalmente logré divisar el pequeño menú sin fotos pero... ¿papas con queso? no, no, es un error. Las papas asadas nacieron para ser cubiertas de natilla, todo el mundo lo sabe. Sin duda es una extra que se puede ordenar. Finalmente me atiende una cajera con su típico saludo falso y, en el fondo, bien desinteresado. Pregunté lo que era obvio: ¿dónde esta la natilla? No señora (muérase, muérase, ¡cuál señora!), vienen con queso. Pero, ¿por qué? En EEUU vienen con natilla, dije, sonando como esa gran gringoida que soy. Encogió los hombros, confirmando que el saludo tan atento en realidad no era sincero y le importaba un carajo. ¡15 años! ¡15 años de esperarlos! Ordenamos porque había que justificar la fila. Me cobró, me agradeció por mi compra y miró al que estaba detrás mío, repitiendo exactamente el falso saludo. Pero, ¿y mi orden? Nada de la orden. En ese momento me dijo el cajero de la par que le estaba estorbando, que mi producto salía de la caja donde lo compré. Pero, ¿cómo, si le tuve que ceder ese campo al que venía detrás mío para que pudiera ordenar? ¿Tenía que quedarme en fila? Estaba entre cajas y sin comida. Nada menos que un berrinche me iba a sacar de ese enredo. Berrinche seguido tomamos la bandeja para dar vueltas, cual buitre sobre animal muerto, esperando que alguien terminara de comer.

Gracias a Dios está KFC, que salvó la tanda papera (ahí solo hay que recordarles que pongan sal en la bandeja). Juro solemnemente nunca volver a Wendy's hasta que no haya natilla en las papas. Ah, y espero que pongan un anuncio gigantezco en la Nación, página derecha, full color, indicando "Ahora podés encontrar natilla en tu papa Wendy's, porque todo el mundo sabe que las papas se comen con natilla". Les perdono el molote de inaguración, pero no la natilla. A Dave le daría vergüenza, se está revolcando en su tumba al oír de papas sin natilla. Ah, y para que sepan, hubiera pedido un postre si ustedes tuvieran fotos de ellos. Es como los chicles en el super: nadie entra pensando en comprar chicle hasta que se lo ponen a uno en la caja.

Mientras tanto, ni ustedes se mueren sin mí como cliente, ni yo sin ustedes.