De Tamagotchis y piedras
Estuve a punto de escribir algo en serio. Cáchale, qué me pasó. Qué difícil es apegarse a sus principios.
Así que paso al tema candente del día de hoy: los tamagochis. Tama-GO-tchi, no, tama-GU-tchi, como les andan diciendo. Busqué en wikipedia la razón de la t, porque creo que en japonés no hay "tchi", y me informa que es un anglicismo para hacer un juego de palabras con watchi, de "watch".
Jeremy, mi vecino de abajo, me informó esta mañana que era padre. Yo le pregunté si a los 8 años no era un poco jovencito para reproducirse (he ahí el deséxito mío con los niños, no sé hablarles de otra manera que como adultos). Acto seguido sacó de su bolsa el dichoso objeto digital. Procedió entonces a informarme que se le había muerto una vez, pero que hoy cumplía tres años. -"¿Pero si se murió cómo puede cumplir 3 años?" preguntó la decrépita sardina que no entiende de estos menesteres. Nunca me respondió (hasta los niños saben cuándo es apto ignorarme). Me enseñó cómo juega, cómo estudia (porque a esa edad va a la escuela), y otras aburridas tareas cotidianas que no imagino por qué serían lo suficientemente emocionantes como para plasmar en un juego. Digo, sería más ameno que volara, que tirara rayos por el trasero, que atacara alienígenas, en fin... Entonces le pregunté si no tenía problemas en la escuela, en vista de que estos bichitos reclaman atención 24/7 y no podés pasarla por alto. -Ah, bueno, se lo dejo a mi mamá o a mi papá y ellos me lo cuidan. Bonita cosa, vos los tenés y te los tiene que cuidar tu mamá o papá. Hmmm, me suena conocido. Al menos tengo suerte de no haber sido invitada a un té de canastilla para un pinche chunche de esos. Como dice Raiha, para financiarles el estilo de vida.
Acá hago un paréntesis para alabar a Jeremy. Este niño es algo especial, en el mejor de los sentidos. En estas épocas, él me ayuda con las bolsas, me ayuda a buscar a la gata y tenemos conversaciones a veces más profundas que las que tengo con mis amigos (por ejemplo, como él cuenta con dos madres: Silvia y la Virgen María). Además, es más joven que todos los otros niños, pero él dice qué se juega, dónde, y cuando él está presente, los otros chiquillos, que por lo demás son una manada de pachucos, saludan cortésmente. Jeremy me impresiona con su sabiduría y don natural de mando. Líder innato. Además quedó eternamente grabado en mi memoria como el niño que me tocó la puerta cuando me estaba mudando para regalarme una piedra. ¿No es maravilloso que un niño le regale a uno una piedra que no venga lanzada hacia la ventana? Casi lo encuentro una ofrenda de paz. Si los israelíes y palestinos, iraquíes y gringos, ________ vs. _______ (agregue aquí otros conflictos bélicos que reciben menos cobertura de los noticiarios porque no tienen plata ni recursos que a alguien le interesen) se dieran más piedras, en vez de lanzárselas, habría más paz en el mundo. AAAAllllll we are saaaaayiiiiing, is give rocks a chaaaaaance...
Pero vuelvo al Tamagotchi. Yo nunca tuve uno porque soy de la generación Winter Games para Amiga (en blanco y negro, o más bien, verde y negro-- y si me preguntan, los Winter Games siguen siendo un chuzo considerando la época). Lo más cercano al tamaño de un Tamagotchi que tuve en mi juventud fue uno de los primeros relojes digitales y para cuando salieron los Tamagotchis, si hubiera querido algo que me ocupara 24/7, hubiera tenido un Tamagotchi rosado suavecito que hace abuelos felices. Además, no puedo ponerle atención a un videojuego por más de 10 minutos, y si el tonto de Mario no brinca y cae justo en ese block, desisto, además que me da cosa oír a Mario gritar cuando se quema el trasero por culpa mía. Si hubiera jueguitos sexuales (tipo role playing) para Nintendo DS, es muy probable que mi interés se elevara algo (pondría atención por 20 y no 10 minutos :P). Pero probablemente querría que fuera a pantalla completa, y entonces se llamaría pornografía y esa sí sé dónde hay.
¿Cuál era mi punto siguiente? Ah sí. ¿Servirá de algo el Tamagotchi para que los güilas sepan lo difícil que es tener un engendro? Al menos con un Tamagotchi se quita uno el problema de las mascotas no deseadas o de niños que torturan animales indefensos. Es más, me imagino cómo venderle la idea a un güila: "Mirá, te compro un Tamagotchi y si llega a los 10 años (que en vida virtual es unos días) adoptamos un perro/gato/tortuga/pez/conejo/cuilo/rata/pitón/cocodrilo/mangosta." Si es un padre inteligente, da una fecha de expiración inalcanzable. "Ves, Manrique, no podés tener un perro/gato/tortuga/pez/conejo/cuilo/rata/pitón/cocodrilo/mangosta porque el virtual solo te duró 30 años". Es muy probable que solo tengás que aguantar unos cinco o seis días oyendo bips, pero debe ser mejor que oír los maullidos, ladridos o chillidos de algún pobre bicho a quien le jalan las patas o el rabo, o al que insisten en meter en ropa de muñeca. No digo que todos los niños sean así, pero acéptenlo, padres, ustedes siempre dicen que su niño/a es un angelito, no les puedo creer. Y le sirve de entrenamiento futuro. Cuando menos, si llega con una panza la chica o la novia del chico, podés ahorrarte un montón de tiempo diciendo "¿Te acordás del Tamagotchi?" Ah bueno, entonces ya sabés cuál es mi participación." Sí, salvo por los bips, es realmente una buena idea.
Claro, el momento en que los niños sepan que los Tamagotchis tienen una función pedagógica, será el juego más polo y aburrido en el mercado y acabaría con la moda. Y probablemente descubrirían lo divertido que es tirar piedras a ventanas.