Primo de sardina 0, pillos 1

Esta tarde asaltaron a mi primo. Pasadito mediodía, en plena vía pública, rodeado de peatones (que curiosamente no hicieron nada pero luego dijeron haberlo visto todo), dos mugrosos forajidos intentaron sustraerle su celular. Mi primo, que se vanagloria de haber enfrentado similares tipejos y haber salido victorioso, por supuesto no pensó dos veces en negarles acceso al dichoso aparato y salió con un disparo en la pierna. Lo cuento jocosamente porque, sea por inutilidad, impericia, moteazón o por no hacerle mucho daño, solo salió con una herida superficial. Sin embargo, podría también haber sido la historia triste de como murió el primo Sardino a las puertas de un salón de belleza a causa de disparos por culpa de la escasez de rinocerontes.

Si bien no entiendo qué le hace a uno pensar que enfrentarse a un maleante lleva a algo, lo dejo a cuestión de cada quién, pues es a. imposible de saber si no hemos estado en esa situación y b. inevitable, por ser una reacción que no se puede reprimir. Sin embargo, me obliga a considerar otra serie de pensamientos algo inconexos.

1. Por qué la gente se queja de la alta incidencia de robos, asaltos, hurtos, etc. y aún compra "gangas" estilo La Cueva, de dudosa procedencia, por decir lo mínimo. Los ticos seguimos creyendo que se puede comprar o recibir algo por nada y por eso nos toma el pelo cualquier gringo con cuentos de inversiones con rendimientos de 30%, una bruja con huevos con pelo que nos traen el amor perdido o un vendedor grasoso de lotes a mitad de precio de lo normal en el mercado. Sigan comprando artículos de dudosa procedencia y alimenten el círculo.

2. Menos comprensible aún es quien invierte un salario en un teléfono celular para luego sacarlo en plena vía pública. Si jamás hubo una invitación al robo fue esa. En serio, ticos, dejémosnos de superficialidades.

3. Debo admitir que la fantasía de portar un arma me ha ocupado parte de la mañana. Sin embargo, no se me ocurre un escenario donde esta torpe Sardina pueda ganar con ella. Me asaltan y yo:

3a. saco la pistola, me la quitan, me pegan en la cabeza con ella (cualquier otra posibilidad es peor)
3b. saco la pistola, ellos sacan una más grande y me pegan en la cabeza con ella
3c. trato de sacar la pistola pero se queda enredada en los miles de kleenex que tengo en la cartera y me disparo en un pie. Ellos se ríen de mí, sacan los contenidos de la cartera, botan los kleenex, encuentran la pistola y me pegan con ella en la cabeza
3d. busco la pistola pero la dejé en la otra cartera y ellos, alertados de verme escarbar el bolso, sacan una y me pegan en la cabeza con ella
3e. Saco la pistola pero no puedo disparar poque todo el mundo sabe que LAS SARDINAS NO TIENEN PULGARES!

Así que descartada la pistola. No así un bate. Acepto que me vería extraña con un bate en el bus, pero al menos me sentiría más segura. Tal vez no esté segura, pero nada excepto una escolta de matones me haría sentir más segura y eso es únicamente porque están en la línea de fuego y bajan mis posibiidades de ser alcanzada por una bala.

4. La vida moderna es en esencia lo mismo que vivir en la selva. Las leyes no sirven de nada, la policía no sirve de nada, estar rodeados de luz y gente no sirve de nada. Sería incluso mejor si fuéramos neandartales y vivir en la prehistoria porque así al menos no sería extraño andar un garrote. Tampoco sería extraño tomar a la mujer del pelo y llevársela a la cueva, lo que, al ver los índices de violencia doméstica, parece ser el sueño oculto de muchos. A lo sumo nos tendríamos que preocupar por el eventual pie o cagada de dinosaurio. Me hace devolverme al tiempo pre-bíblico, momento en que algún sabio tuvo la original idea de plasmar principios básicos de la convivencia humana so pena de "castigos divinos". Podrá parecerle tonto a alguna gente tenerle miedo a un dios, pero es mejor que vivir con una banda de criminales que no le teme a nada.

5. No deja de impresionarme que haya gente que tome lo ajeno. Suena ingenuo, pero me parece increíble que uno ande por la vida buscando qué quitarle a alguien que lo compró debidamente. Yo soy de aquellas que contempla su existencia de vez en cuando y se cuestiona si se merece lo que le llegó justamente. Ahora no cuestionarse lo injusto de quitarle a alguien, eso sí no lo comprendo.

6. Si tuviéramos la oportunidad, probablemente todos buscaríamos como desquitarnos de un ladrón. He ahí el peligro de la situación: llegar al punto de venganza. Especialmente cuando uno se siente desprotegido y en desventaja y ha pensado seriamente cargar un bate o una pistola aunque no tenga pulgares. Yo no soy vengativa, pero nunca me han asaltado. Si mi primo se encontrara con uno de los tipos y lo agarrara a golpes, ¿lo culparía? Probablemente no. Qué peligroso cuando uno llega a la desesperación. Como decía, regresamos a la ley de la selva. Yo seré sardina, pero estoy segura de que me rodean primates. Eso de homo sapiens sapiens no me la trago.